El presente se rinde al pasado

Las ferias, algo tan antiguo como las propias ciudades, son hoy uno de los grandes reclamos turísticos en toda Europa. A lo largo del continente los visitantes caen rendidos ante el encanto misterioso de estos eventos con reminiscencias del pasado. Ferias medievales, ferias tradicionales o de artesanía... No importa la temática, ni siquiera la época del año, siempre abundan los curiosos y más, si cabe, cuando se trata de ferias de Antigüedades como la que nos ocupa.

  Las Antigüedades se adueñaron este fin de semana del Pabellón número 2 del Bilbao Exhibition Center (BEC) con motivo de la XXI Feria de Desembalaje, en la que se reunieron un total de 110 expositores de toda Europa y se ofertaron alrededor de 39.500 piezas. Todas ellas únicas, con una antigüedad mínima de 40 años, certificada por expertos anticuarios.


Un pabellón de posibilidades


  Las posibilidades fueron infinitas, por lo que los amantes del estilo vintage y los coleccionistas más exquisitos encontraron en este certamen, que finalizó el lunes, un auténtico paraíso cuyas puertas se podían traspasar pagando una entrada de 4 euros para la visita de un único día. Decidirse era casi imposible, por eso se ofertaba la posibilidad de acceder de manera ilimitada durante dos días por 6 euros.

Madera y metal
 
  Son muchas las ciudades que han sido testigo de esta almonada, algunas como Alicante vivió este año por primera vez la experiencia del pasado en la que contaron con 63 expositores, que han ocupado 2.000 metros cuadrados del pabellón. Pero en Bilbao ha recaído el honor de acoger el último certámen del año.

Se cuidan los mínimos detalles

  Se esperaba que la afluencia de público fuera elevada teniendo en cuenta la proximidad con las fiestas navideñas, lo que supuso una gran ventaja para los expositores que pusieron a disposición del visitante un amplio abanico de opciones para conseguir el regalo perfecto o el más original. Desde muebles de madera de roble, lámparas de cristal de murano, espejos con marcos dorados, jarrones de la época colonial, abanicos y costureros de principios del siglo pasado.

El reflejo de lo que fuimos, somos y seremos

  Muchos son los curiosos que han quisieron acercarse a esta feria a lo largo del fin de semana, pero fueron algunos menos los que se deciden a comprar. Y a pesar de que había precios para todos los gustos, no se produjeron grandes desembolsos.Hubo gran cantidad de miradas curiosas pero que se fueron con las metidas en los bolsos.


Indecisión y observación


  A pesar de ello hubo grandes beneficios en prendas de vestir vintage: abrigos de visón, de paño; así como los primeros modelos de bolso y gafas de sol de los grandes diseñadores actuales. Todos ellos al más puro estilo retro, tan de moda en las últimas temporadas y más, si cabe, este invierno. Sin duda, se convirtieron en los artículos más codiciados por las fashionistas que se acercaron a esta feria.

Cool vintage

Contrariamente a lo que pueda parecer, no fueron las fashionistas las únicas que encontraron respuesta a sus necesidades. En lo referido a ventas no se quedaron atrás artículos puramente de coleccionista como las obras pictóricas de todos los tamaños y para todos los gustos; desde pequeños carteles publicitarios de principios del siglo pasado a grandes lienzos enmarcados en amplios marcos dorados al más puro estilo de la corte francesa. El neoclásico cobró fuerza a través de las esculturas. Los amantes del arte, sin duda, estuvieron de enhorabuena.


Arte estático


  Esta feria tan especial hizo las delicias de los lectores más sibaritas, aquellos que no solo buscan la exclusividad de un libro único, sino que además aprecian el olor a humedad, las páginas amarillentas por el paso del tiempo y se deleitan con las tapas exquisitamente decoradas, no pudieronn dejar escapar la oportunidad de acercarse a contemplar con sus propios ojos los maravillosos ejemplares que se amontonaban en los estanes.

Encuadernaciones exclusivas y hojas amarillentas

  Los artículos de decoración abundaban pero nada se dejó al azar, y es que no se podían olvidar de los muebles donde ubicar tan exclusivos objetos. Así que como buena feria de Antigüedades no podían faltar en ésta. No sólo no faltaron, sino que impresionaron tanto a curiosos como a entendidos. La madera se convirtió en  la reina induscutible de los muebles robustos ricamente decorados con lacados vistosos.

Madera blanca, lacados multicolor


 También había un espacio para la comodidad, grandes sofás, sillas con brazos al más piro estilo imperial, butacones, o pequeños sillones, que otro tiempo adornaron salones y salitas; escucharon las historias de algún abuelo y presenciaron la llegada de la primera televisión, tuvieron también cabida en esta feria. En estos asientos fue donde se encontraron los precios más elevados. 

La comodidad de ayer
  Siempre hay un hueco en este tipo de eventos para los más nostálgicos. Llevarse una escultura con garantía de una duración eterna por un módico precio era una oportunidad extraordinaria, pero llevarse algo con más de 40 años de antigüedad cuyo mecanismo estuviera intacto era todavía mejor. Así, las antigüedades técnicas como radios, las cuales se hicieron eco de los grandes acontecimientos del siglo XX, eran artilugios de deseo.

El sonido del pasado



 También los teléfonos antiguos fueron protagonistas. Los más pequeños se quedaron sorprendidos ante semejantes aparatos. Ya casi nadie recuerda que hubo una época en la que el teléfono no nos acompañaba a todas partes, prefería quedarse en casa. Y de tan comodón que era ni siquiera nos identificaba a quién llamaba. Por aquel entonces si tenía sentido descolagar y preguntar: ¿Quién llama? Sin duda, ciencia ficción para los infantes.

¿Diga?
Audrey Herpburn y Gregrory Peck hicieron mítica a la vespino en su paseo por Roma hace más de 40 años. Con estos antecedentes la presencia de este modelo de motociclo era más que obligatoria. Con el firme compromiso de que funcionaría se exponían las vespinos, junto a las otras protagonistas sin motor del siglo pasado: las bicicletas.

Las dos ruedas 


Sin duda esta fue una feria para todos, grandes y pequeños, jóvenes y no tan jóvenes. Para curiosos, para coleccionistas, para fashionistas... todos y cada uno de los visitantes tiuvo su hueco dentro de esta feria en la que el entretenimiento estuvo asegurado. Se vendían objetos con historia, únicos, curiosos y que formaron parte de la vida de alguien anónimo, que ya forman parte de la historia de otra persona por un precio más o menos asequible.

Paradojas



Comprar o no comprar, esa fue la cuestión. Estos objetos de coleccionista pudieron adquirirse o no, pero la posibilidad de acercarse a la historia a través de ellos fue algo único. Estos artículos, que eran poseedores de un brillo único que sólo proporcionan los años, se ofrecieron al visitante con el vigor de haber sido confeccionados ayer pero con un bagaje mucho más pesado. Han sido protagonistas de grandes momentos, han sido usados por generaciones enteras, y hasta el lunes, estuvieron en un expositor esperando recobrar la utilidad.

Próximamente


Que nadie desespere. Coleccionistas, nostálgicos o curiosos esta feria ha cerrado el año, pero con la promesa en firme de volver a deleitarnos y es que, esta feria se renueva en primavera ofreciendo otra oportunidad de contemplar otros objetos portadores de otras historias.



 María Gancedo


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